Cuento» El hombrecito vestido de gris, Fernando Alonso
Había una vez un hombre que siempre iba vestido de gris.
Tenía un traje gris, tenía un sombrero gris, tenía una corbata gris y un bigotito gris.
El hombrecito vestido de gris hacía cada día las mismas cosas.
Se levantaba al son del despertador.
Al son de la radio, hacía un poco de gimnasia.
Tomaba una ducha, que siempre estaba bastante fría; tomaba el desayuno, que siempre estaba bastante caliente; tomaba el autobús, que siempre estaba bastante lleno; y leía el periódico, que siempre decía las mismas cosas.
Y, todos los días, a la misma hora, se sentaba en su mesa de la oficina.
A la misma hora.
Ni un minuto más, ni un minuto menos.
Todos los días, igual.
El despertador tenía cada mañana el mismo zumbido.
Y esto le anunciaba que el día que amanecía era exactamente igual que el anterior.
Por eso, nuestro hombrecito del traje gris, tenía también la mirada de color gris.
Pero nuestro hombre era gris sólo por fuera.
Hacia adentro... ¡un verdadero arco iris!
El hombrecito soñaba con ser cantante de ópera.
Famoso.
Entonces, llevaría trajes de color rojo, azul, amarillo... trajes brillantes y luminosos.
Cuando pensaba aquellas cosas, el hombrecito se emocionaba.
Se le hinchaba el pecho de notas musicales, parecía que le iba a estallar.
Tenía que correr a la terraza y...
-¡Laaa-lala la la la laaa...!
El canto que llenaba sus pulmones volaba hasta las nubes.
Pero nadie comprendía a nuestro hombre.
Nadie apreciaba su arte.
Los vecinos que regaban las plantas, como sin darse cuenta, le echaban una rociada con la regadera.
Y el hombrecito vestido de gris entraba en su casa, calado hasta los huesos.
Algún tiempo después las cosas se complicaron más.
Fue una mañana de primavera.
Las flores se despertaban en los rosales.
Las golondrinas tejían en el aire maravillosas telas invisibles.
Por las ventanas abiertas se colaba un olor a jardín recién regado.
De pronto, el hombrecito vestido de gris comenzó a cantar:
-¡Granaaaadaa...!
En la oficina.
Se produjo un silencio terrible.
Las máquinas de escribir enmudecieron.
Y don Perfecto, el Jefe de Planta, le llamó a su despacho con gesto amenazador.
Y, después de gritarle de todo, terminó diciendo:
-¡Ya lo sabe! Si vuelve a repetirse, lo echaré a la calle.
Días más tarde, en una cafetería, sucedió otro tanto.
El dueño, con cara de malas pulgas, le señaló un letrero que decía:
Se prohíbe cantar y bailar
Y lo echó amenazándole con llamar a un guardia.
Nuestro hombre pensó y pensó.
¡No podía perder su empleo!
Tampoco quería andar por el mundo expuesto a que lo echaran de todas partes.
Y, al fin, se le ocurrió una brillante idea.
Al día siguiente, fingió tener un fuerte dolor de muelas.
Se sujetó la mandíbula con un pañuelo y fue a su trabajo.
Así no podría cantar.
¡Aunque quisiera!
Y día tras día, año tras año, estuvo nuestro hombrecito, con su pañuelo atado, fingiendo un eterno dolor de muelas.
Pero, nuestro pobre hombrecito, merecía que le dieran una oportunidad.
Así que...
Cierto día, conoció a un director de orquesta.
Y éste quiso oírle cantar.
El hombrecito, muy contento, pero con un poco de miedo, salió al campo con el director de orquesta.
Y allí, rodeados de flores y de pájaros, nuestro hombrecito se quitó el pañuelo y cantó mejor que nunca.
El director de orquesta estaba tan entusiasmado que lo contrató para inaugurar la temporada del Teatro de la Ópera.
Y la noche de su presentación, que se anunció en todos los periódicos, don Perfecto, el Jefe de Planta, los vecinos que le habían regado, el dueño de la cafetería y todos los que le habían perseguido con sus risas, hicieron cola y compraron entradas para oírle cantar.
Y asistieron al triunfo del hombrecito.
Y el hombrecito quemó todos sus trajes y corbatas de color gris.
Tiró por la ventana el despertador.
Se afeitó el bigotito de color gris y nunca, nunca más, volvió a tener la mirada de color gris.
¿FIN?
Tenía un traje gris, tenía un sombrero gris, tenía una corbata gris y un bigotito gris.
El hombrecito vestido de gris hacía cada día las mismas cosas.
Se levantaba al son del despertador.
Al son de la radio, hacía un poco de gimnasia.
Tomaba una ducha, que siempre estaba bastante fría; tomaba el desayuno, que siempre estaba bastante caliente; tomaba el autobús, que siempre estaba bastante lleno; y leía el periódico, que siempre decía las mismas cosas.
Y, todos los días, a la misma hora, se sentaba en su mesa de la oficina.
A la misma hora.
Ni un minuto más, ni un minuto menos.
Todos los días, igual.
El despertador tenía cada mañana el mismo zumbido.
Y esto le anunciaba que el día que amanecía era exactamente igual que el anterior.
Por eso, nuestro hombrecito del traje gris, tenía también la mirada de color gris.
Pero nuestro hombre era gris sólo por fuera.
Hacia adentro... ¡un verdadero arco iris!
El hombrecito soñaba con ser cantante de ópera.
Famoso.
Entonces, llevaría trajes de color rojo, azul, amarillo... trajes brillantes y luminosos.
Cuando pensaba aquellas cosas, el hombrecito se emocionaba.
Se le hinchaba el pecho de notas musicales, parecía que le iba a estallar.
Tenía que correr a la terraza y...
-¡Laaa-lala la la la laaa...!
El canto que llenaba sus pulmones volaba hasta las nubes.
Pero nadie comprendía a nuestro hombre.
Nadie apreciaba su arte.
Los vecinos que regaban las plantas, como sin darse cuenta, le echaban una rociada con la regadera.
Y el hombrecito vestido de gris entraba en su casa, calado hasta los huesos.
Algún tiempo después las cosas se complicaron más.
Fue una mañana de primavera.
Las flores se despertaban en los rosales.
Las golondrinas tejían en el aire maravillosas telas invisibles.
Por las ventanas abiertas se colaba un olor a jardín recién regado.
De pronto, el hombrecito vestido de gris comenzó a cantar:
-¡Granaaaadaa...!
En la oficina.
Se produjo un silencio terrible.
Las máquinas de escribir enmudecieron.
Y don Perfecto, el Jefe de Planta, le llamó a su despacho con gesto amenazador.
Y, después de gritarle de todo, terminó diciendo:
-¡Ya lo sabe! Si vuelve a repetirse, lo echaré a la calle.
Días más tarde, en una cafetería, sucedió otro tanto.
El dueño, con cara de malas pulgas, le señaló un letrero que decía:
Se prohíbe cantar y bailar
Y lo echó amenazándole con llamar a un guardia.
Nuestro hombre pensó y pensó.
¡No podía perder su empleo!
Tampoco quería andar por el mundo expuesto a que lo echaran de todas partes.
Y, al fin, se le ocurrió una brillante idea.
Al día siguiente, fingió tener un fuerte dolor de muelas.
Se sujetó la mandíbula con un pañuelo y fue a su trabajo.
Así no podría cantar.
¡Aunque quisiera!
Y día tras día, año tras año, estuvo nuestro hombrecito, con su pañuelo atado, fingiendo un eterno dolor de muelas.
La historia termina así.
Así de mal. Así de triste.
La vida pone, a veces, finales
tristes a las historias.
Pero a muchas personas
no les gusta leer finales
tristes; para ellos hemos
inventado un final feliz...
Así de mal. Así de triste.
La vida pone, a veces, finales
tristes a las historias.
Pero a muchas personas
no les gusta leer finales
tristes; para ellos hemos
inventado un final feliz...
Pero, nuestro pobre hombrecito, merecía que le dieran una oportunidad.
Así que...
Cierto día, conoció a un director de orquesta.
Y éste quiso oírle cantar.
El hombrecito, muy contento, pero con un poco de miedo, salió al campo con el director de orquesta.
Y allí, rodeados de flores y de pájaros, nuestro hombrecito se quitó el pañuelo y cantó mejor que nunca.
El director de orquesta estaba tan entusiasmado que lo contrató para inaugurar la temporada del Teatro de la Ópera.
Y la noche de su presentación, que se anunció en todos los periódicos, don Perfecto, el Jefe de Planta, los vecinos que le habían regado, el dueño de la cafetería y todos los que le habían perseguido con sus risas, hicieron cola y compraron entradas para oírle cantar.
Y asistieron al triunfo del hombrecito.
Y el hombrecito quemó todos sus trajes y corbatas de color gris.
Tiró por la ventana el despertador.
Se afeitó el bigotito de color gris y nunca, nunca más, volvió a tener la mirada de color gris.
¿FIN?
*El hombrecito vestido de gris y otros cuentos, por Fernando Alonso. Ilustraciones de Ulises Wensell. Madrid: Alfaguara, 1978 (39ª reimp., 2006) (2.ª ed.: Buenos Aires: Santillana/Alfaguara Argentina, 1988; 3.ª ed.: Bogotá (Colombia): Ágata., 1990; 4.ª ed.: Austin (Texas, USA): Holt, Rinehart & Winston, 1990.)
*El hombrecito vestido de gris y otros cuentos. Kalandraka Editora. Pontevedra, 2014, España.
*El hombrecito vestido de gris y otros cuentos. Kalandraka Editora. Pontevedra, 2014, España.
El trabajo en grupo, la convivencia, el autoritarismo, la solidaridad… son temas que afectan por igual a niños y adultos. Con gran belleza, el autor habla a través de sus personajes de estas cuestiones en los ocho cuentos breves que componen este libro, por el que su autor, Fernando Alonso, fue merecedor del Premio Lazarillo. (Contratapa, Edit. Alfaguara)
El libro guarda 8 relatos: El hombrecito vestido de gris, El barco de plomo, Los árboles de piedra, El viejo reloj, El barco en la botella, El guardián de la torre, El espantapájaros y el bailarín, y La pajarita de papel.
El libro guarda 8 relatos: El hombrecito vestido de gris, El barco de plomo, Los árboles de piedra, El viejo reloj, El barco en la botella, El guardián de la torre, El espantapájaros y el bailarín, y La pajarita de papel.
Los ocho relatos que componen este libro son como mensajes dentro de una botella: breves, con una dosis justa de melancolía y esperanza. Sus personajes atrapan rápidamente nuestra atención y sugieren mil y una historias no explícitas, con un mínimo de recursos. El relato que da título al libro, cuenta la historia de un hombre de apariencia anodina que quiere ser cantante de ópera al que, allá donde va, le prohíben cantar. Pero la historia no acaba ahí; el mismo autor sugiere la posibilidad de un final triste y otro feliz, invitando a creer en las historias infinitas con infinitos finales.
Alonso empezó a escribir en libro en 1972 y lo terminó en 1975, pero no consiguió publicarlo hasta el regreso de la democracia en España. Convencido del compromiso del escritor con la sociedad, el autor ha creado unos personajes cargados de simbolismo –un barco de plomo que no encuentra su sitio en el mundo, o las horas de un reloj queriendo ser cualquier otra cosa- que se ven sometidos a una serie de leyes estrictas dentro de una sociedad que constriñe y destruye cualquier sueño.
Alonso, experto en literatura infantil y juvenil, ha sido guionista de televisión. Además de su dominio de la técnica del cuento fantástico y la fábula a la hora de recrear sus mundo de ficción, le caracteriza un estilo sobrio que persigue la claridad y la imaginación, como únicas vías posibles para superar cualquier obstáculo que nos impida ser plenamente felices.
Alonso empezó a escribir en libro en 1972 y lo terminó en 1975, pero no consiguió publicarlo hasta el regreso de la democracia en España. Convencido del compromiso del escritor con la sociedad, el autor ha creado unos personajes cargados de simbolismo –un barco de plomo que no encuentra su sitio en el mundo, o las horas de un reloj queriendo ser cualquier otra cosa- que se ven sometidos a una serie de leyes estrictas dentro de una sociedad que constriñe y destruye cualquier sueño.
Alonso, experto en literatura infantil y juvenil, ha sido guionista de televisión. Además de su dominio de la técnica del cuento fantástico y la fábula a la hora de recrear sus mundo de ficción, le caracteriza un estilo sobrio que persigue la claridad y la imaginación, como únicas vías posibles para superar cualquier obstáculo que nos impida ser plenamente felices.
Estrella Borrego, en "1001 libros que hay que leer antes de crecer"
Visto y leído en:
Fundación Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes
http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/el-hombrecito-vestido-de-gris--1/html/0163bc0a-82b2-11df-acc7-002185ce6064_2.html
Otras fuentes consultadas:
http://www.kalandraka.com/es/colecciones/nombre-coleccion/detalle-libro/ver/-67eabacc62/
https://issuu.com/kalandraka.com/docs/el-hombrecito-vestido-de-gris-c/12
https://losfundamentales.com/2013/09/26/el-hombrecito-vestido-de-gris-fernando-alonso-editorial-alfaguara/
http://www.biblioteca.org.ar/libros/134511.pdf
http://revistababar.com/wp/el-hombrecito-vestido-de-gris-se-viste-de-largo/
http://formacionlectorliterario2012.blogspot.com.ar/2013/01/el-hombrecito-vestido-de-gris-y-otros_27.html
https://biblioabrazo.wordpress.com/2014/11/24/el-hombrecito-vestido-de-gris-fernando-alonso-y-ulises-wensell/
http://www.lectoresenred.com.mx/lectoresenred/sesiones/tmp/El%20hombrecito.pdf
http://canallector.com/22005/El_hombrecito_vestido_de_gris_y_otros_cuentos
Fundación Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes
http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/el-hombrecito-vestido-de-gris--1/html/0163bc0a-82b2-11df-acc7-002185ce6064_2.html
Otras fuentes consultadas:
http://www.kalandraka.com/es/colecciones/nombre-coleccion/detalle-libro/ver/-67eabacc62/
https://issuu.com/kalandraka.com/docs/el-hombrecito-vestido-de-gris-c/12
https://losfundamentales.com/2013/09/26/el-hombrecito-vestido-de-gris-fernando-alonso-editorial-alfaguara/
http://www.biblioteca.org.ar/libros/134511.pdf
http://revistababar.com/wp/el-hombrecito-vestido-de-gris-se-viste-de-largo/
http://formacionlectorliterario2012.blogspot.com.ar/2013/01/el-hombrecito-vestido-de-gris-y-otros_27.html
https://biblioabrazo.wordpress.com/2014/11/24/el-hombrecito-vestido-de-gris-fernando-alonso-y-ulises-wensell/
http://www.lectoresenred.com.mx/lectoresenred/sesiones/tmp/El%20hombrecito.pdf
http://canallector.com/22005/El_hombrecito_vestido_de_gris_y_otros_cuentos